Era el primer día de febrero del 2010. Amaneció soleado y
cual película hollywoodense se escuchaba el cantar de los pájaros, la radio en
los buses, se sentía el calor y la presencia ausente de quienes van a trabajar
porque es lunes.
En medio de ello, en el asiento posterior al conductor
estaba yo, pensando en la botella de agua que debía comprar, en el proyecto que
debía escribir, en el sabor del yogurt que me gustaría desayunar y en si
llegaría antes de las 8:30 para marcar tarjeta. Ya que mismo producto de Plaza
Vea o Wong ahora me resumía a ser un código de barras (5416), tenía un número
de seguro social, y empezaba a pagar o más bien me descontaban lo que más
adelante sería mi pensión de jubilación.
Hace cinco meses que había entrado a trabajar y ya estaba
pensando en mi jubilación ja ja ja!
Hace cinco meses que había entrado a trabajar y ya
cuestionaba mi ingreso, sus beneficios y su importancia. “No ja ja ja ja”
Y es que, se supone, todo tiene un orden, un fin y la
vida profesional es como una escalera, terminamos siendo a veces el conjunto de
pedazos de papel con letra imprenta, no importa cual sea el gramaje del papel
las letritas con grados, títulos y fechas pesan. No importa que hayas hecho
para alcanzarlos, o para subir esa “mágica” y prometedora escalera, lo cierto
es que debes subir esa escalera. No importa si luego no tienes tiempo para
disfrutar, tener tiempo de una conversación interesante y
estimulantemente-cuestionadora, NO IMPORTA, lo importante termina siendo para
muchos la acumulación de papelitos con letra imprenta, el número de códigos que
acumulas en la variedad de tarjetas que adquieres, y el título-adorno que
acompañará tu nombre.
Es como entrar a Disneylandia, con tu cúmulo de tickets
de cartón de colores, los cuales dependiendo del color te darán más beneficios
o puntos, sabes que harás colas interminables que casi no conocerás todos los
juegos pero al final entrarás y esa “satisfacción” es la que cuenta, que
encontrarás muchas cosas, pero al final terminas mareándote de tantos juegos,
empachada con tanta comida, y sabes, siempre sabes que terminaron estafándote y
robándote plata.
¿Entonces? ¿Qué? ¿...?
Quien no se ajuste a este rol, etiqueta, quien no se
vuelva un coleccionista de códigos y cartones, quien no tenga un licenciado,
magister, doctor o “ingeniero” acompañando su nombre, es un bicho raro, es
“NADIE” es un “No-coleccionista”.
Así de a pocos vas pensando que los sueños se tienen al
dormir, que el ser músico, pintor o actor se debe ver solo en las novelas de
tv, películas o en las biografías de quienes después de muertos lograron
alcanzar el reconocimiento y aprobación en su tiempo, que si quieres dedicarte
a esto a “soñar despierto”, debes considerar tener un mecenas, porque sino el
futuro no resultará ser muy prometedor.
Te dicen, te dicen, no lo crees, lo crees, no lo crees,
pero te dicen y te dicen. Te dicen.
Las cosas son así porque así son, y no se podrán cambiar,
ni cambiaran te repiten y repiten en todos lados y de todas formas, tratando de
menguar el espíritu de aquellos que no nos conformamos y que estamos de manera
consciente y sin decirlo preparando un plan, una estrategia individual pero
finalmente colectiva “The Masterplan” para vencer y no ser vencidos, para
entrar en un sistema que puede absorberte, del que tienes que cuidarte porque
no puedes escapar ni negar que existe y mismo Neo te metes en la Matrix, para
luego destruirla desde adentro.
¿Presente-ausente?
¿Estado consciente?
¿De lunes a viernes?
Presente-infiltrada,
presente-consciente,
presente-observadora,
presente-espía,
presente-loca,
presente-despierta
presente-soñando
presente-soñando-despierta
Presente-No-Ausente.
Presente-No-Ausente.
Presente-No-Ausente.
Presente-No-Ausente.
Esta es...
simplemente...
una declaratoria de guerra.
¿Presente-Ausente?
“Ja ja ja ja”
8:31 am, conscientemente “normal” hasta la hora de
salida.
Febrero
2010
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